19.10.05

Haro

Las páginas de El País desnudas, solitarias. Mis dedos -visto y oido- distantes, huérfanos.
La moral del mundo desvalida, por tierra... y ahora, ¿cómo le tocamos los cojones a lo injusto y a lo necio? Descanse en Paz, en su cielo sin Dios, sin patria, sin frontera, señor Haro Tecglen.